La vida de esta casona se resiste a derrumbarse, sus alientos ya pausados anuncian extinción.
En las pulsaciones de la biblioteca no corre sangre ni letras, porque después de la humareda hubo silencio absoluto. ¿Dónde quedaron tus fuerzas, oh, bahareque? ¿Dónde están las doncellas limpiando tus anaqueles?
Pasa el tiempo burlándose de sus dinteles; tus zaguanes son estiércol, los rincones fétidos guardan moscos; ¿Tienes esperanza aún estando muerta?
Lágrimas secas están en tus puertas, porque la gente dice: Muerta está, no vale la pena.
Ve y atestigua contra el destino el puñal que te hirió
Ve y dicta sentencia al que tu vida acabó
No pases por alto ningún error
Ve y dile que aún agonizando estás
Dile que nunca más volverás.

